sábado, 8 de marzo de 2008

La Oca en el Océano

La Oca en el Océano nace en el año 2005 como respuesta a una voz que un día susurró “Cantabria”.

En tiempos de La Oca en el Océano, una posada rural y un café litearte proporcionan un ambiente cálido y acogedor donde hospedarse o donde simplemente hacer un alto en el camino para tomar un café, un te o un chocolate, degustar una buena repostería y poder conocer de mitos y leyendas, de historia y de historias, de bestiarios y símbolos, de cultos y deidades, de hadas y brujas, de ojáncanos o cíclopes, de dulces anjanas, del temible cúlebre o del grifo al que el centauro asaetea, de taimadas sirenas, de agazapados bisontes, de incomprensibles signos y enigmáticas manos, de duendes, trastolillos, trentis, trasgos, cuegles, ventolines, nuberos y demás plétora que habita la profundidad de cuevas y bosques o la amplitud de cielo y mar. La Oca en el Océano ofrece una puerta abierta a la leyenda y el mito: literatura especializada, complementos, artes y artesanías o la degustación de néctares y ambrosías que el Océano ha tenido a bien legar tanto a divinos como a mortales. La magia de una naturaleza. La magia de una cultura. La Oca en el Océano está en La Montaña, en las peñas al mar que avanzan hasta convertirse en olas del Cantábrico hijo del Padre Océano, el Atlántico que un día escondió en sus entrañas la gran isla que le dio nombre. En Ruente, a la entrada del Real Valle de Cabuérniga – la Caor Noega donde la Oca halló refugio – se encuentra nuestra tienda de la mitología. La Oca en el Océano está a la orilla de las mágicas aguas de La Fuentona, nacidas a pocos metros en la cercana cueva cuyas maravillosas y misteriosas profundidades habita la anjana que regula el cauce a su antojo.

En uno de los más hermosos y recónditos valles, en el hogar ancestral de los cántabros donde aletea el Ave Fénix de la España eterna, La Oca en el Océano se zambulle en las mágicas aguas de la mitología. La Oca en el Océano está en Cantabria pero no en lugar céntrico, ¿cómo podría ser tal cosa? No está en Santander, ni en Torrelavega, tampoco en Santillana del Mar, ni en Comillas. Está cerca de Cabezón de la Sal y de su poblado cántabro, pero el viajero debe adentrarse más en La Montaña. Más allá. ¿Cómo podría quedar el mito demasiado al alcance? ¿Podrá tener alguien dificultad en hallarnos? ¿Será voluntad de los dioses – tan volubles ellos – privarnos gozar de alguna visita?

Como el agua de La Fuentona oculta en la cueva, como la cueva de la anjana oculta en la montaña, como la montaña oculta en las brumas del mito, La Oca debe estar algo (por lo menos algo) oculta.

Alrededores

El Real Valle de Cabuérniga es lugar idóneo donde alojarse, el corazón del Occidente cántabro. Nada le queda lejos: desde Cantabria a Asturias o a Palencia, desde Altamira o Santillana hasta San Vicente de la Barquera, desde la alta montaña a la profundidad de las cuevas o de la santidad de Santo Toribio de Liébana, desde las elevaciones de los Picos de Europa hasta la bravura del Cantábrico, desde la capitalidad de Santander a la asturianidad de Llanes. El Real Valle de Cabuérniga es lugar equidistante de los principales lugares de interés que puedan encontrarse entre Santander y Asturias o desde el mar hasta Campoo. A similar distancia queda la playa que la montaña. En menos de media hora se puede ir desde Ruente hasta Bárcena Mayor o desde Ruente hasta las gigantescas Estelas de Barros. En algo más de media hora se puede llegar a la impresionante cueva de El Soplao o a las fantásticas cuevas del piramidal Monte Castillo. En poco más de una hora de camino se puede estar en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno o en el misterioso ídolo de Peña Tú.

Los alrededores de La Oca en el Océano son de por sí un inmenso y mágico lugar de interés: Por mitología, bosques (bosques de hadas y duendes como no podría ser de otra manera), artesanía, cultura, gastronomía, arquitectura, folklore, paisaje, historia, nobleza.... : Cantabria Infinita. El mundo tiene en Cantabria la obligación de hacer al menos una reverencia ineludible: el arte parietal paleolítico que, descubierto en Altamira en 1879, convierte a la zona cantábrica en uno de los puntos sin duda más importantes y en cuna de la humanidad: Altamira en Santillana del Mar, el Monte Castillo en Puente Viesgo, Covalanas, La Garma, El Pendo, Chufín, Hornos de la Peña, Santián o El Pindal (ya en Asturias) son de los más destacables ejemplos.

En Santillana del Mar, aparte de Altamira, podemos visitar el muy bien preservado pueblo medieval, la magnífica colegiata románica o el meritorio zoo de iniciativa privada. A destacar en la costa San Vicente de la Barquera y la bellísima vista que desde allí se ofrece de los Picos de Europa, el modernismo de Comillas, la amplia playa de Oyambre, los agrestes acantilados azotados por un mar que es a la vez océano. En el inmenso Parque de la Naturaleza de Cabárceno podemos contemplar animales en régimen de semi-libertad. En Los Corrales de Buelna podemos asistir a la recreación de las Guerras Cántabras que se celebran cada verano o recibir en Santander (seguramente el Portus Victoriae de antaño) a los romanos que se supone venían a civilizar. Al Sur, en las zonas interiores de Campoo, Valderredible o Valdeolea podemos encontrar monumentos megalíticos o iglesias rupestres o del mejor románico al tiempo que disfrutar del esquí o subir al Pico Tres Mares, indudable centro peninsular ya que es el único punto desde el cual el agua se reparte a tres vertientes: Mediterraneo, Atlántico y Cantábrico. En La Montaña se abren valles de carácter con muy diferentes personalidades: el del Pas, el del Besaya, el de Cabuérniga, el del vecino Nansa con poblaciones como Tudanca o Garabandal de mucho interés por muy distintos motivos... Cerca, donde los Picos de Europa se yerguen, se extiende la mítica Liébana con el monasterio de Santo Toribio y la iglesia de Santa María de Lebeña.

Y dejamos para el final, el citar la capital, Santander, en una de las bahías consideradas - con razón - como de las más bellas del mundo.

Un Cafe LiteArte

En tiempos muy lejanos (tenemos nuestra solera) viajamos a Irlanda. Fuimos a Dingle, un remoto pueblecito de la bellísima costa oeste y, guareciéndonos de la persistente lluvia (bondades del Oceáno), entramos en un establecimiento acogedor: “An cafe litearta”. Así, en gaélico. De ahí hemos plagiado sin contemplaciones pero con todo el cariño y entusiasmo la expresión. Sirva como homenaje. “An cafe litearta” era un local con un algo o un mucho de vetusto que le confería sabor y carácter. Nos compraron un par de botellas de una de las varias formas de arte: el vino, un par de Riojas que ayudaron a costearnos el viaje (ya hemos indicado que era en tiempos muy lejanos). Servían un té o un café con todo lo que eso conlleva, y comidas que nosotros no serviremos. Pero sin embargo carecían de la repostería y de la relación con la mitología que nosotros sí tendremos. Un café con literatura y arte, y con artesanía, música, gastronomía... caracteres que el Océano une y transforma en el etéreo momento del mito. Como el de un local irlandés que nos acogió e inspiró. La magia de un café ayuda al encuentro, a soñar en común, a debatir ideas, a compartir afinidades o desvelar diferencias, a relajar el diálogo. Creatividad, expresión, sensibilidad, al Occidente de Cantabria, al Occidente de Europa. En tiempos de La Oca en el Océano. En tierras de Oc.

Café, té, chocolate, repostería, delicatessen, libros, mitología, cultura, mapas, complementos, arte y artesanía, artículos típicos, música, regalos, cosucas, curiosidades… a orillas de la Fuentona de Ruente, en el mágico Valle de Cabuérniga, en la Cantabria infinita, en la Hispania eterna, en el Occidente donde la Madre Europa se encuentra con el Padre Océano.

Enlaces

HISTORIA Y MITOLOGÍA

¿POR QUÉ “EN TIEMPOS DE LA OCA EN EL OCEANO”? Tiempos que nos lega el pasado y nos ofrece el presente. Tiempos en los que la Oca vive y sobrevive. La Oca flota, nada y vuela sobre el Océano. Cuando la gran isla en medio del Océano se hundió, la Oca sobrevivió y renació la vida cuando las aguas se retiraron. La relación con el sol, a quien Dios mandó dibujar el Arco en el cielo tras el Diluvio, hace que la Oca represente el nexo de unión con los tiempos de la fascinante cultura que hoy podemos contemplar en Altamira o El Castillo. La Oca sobrevive al Diluvio y se la asocia al sol. La Oca es símbolo de vida y protección. La cultura celta tenía a la Oca como un símbolo sagrado, era mensajera del Otro Mundo. En el antiguo Egipto, la Oca era un animal vinculado a nacimiento y muerte. Las ocas son las aves que vuelan entre el cielo y la tierra manteniendo un nexo de unión entre ambos. Para cofradías y hermandades medievales la pata de la oca era un símbolo hermético referente de la Tríada: como el Tridente de Poseidón - dios de la Atlántida - o el símbolo semejante de la Vieira, la Concha del Peregrino, del Camino de Santiago que precisamente atraviesa nuestros lares, el Camino de las Estrellas que sigue la ruta hacia tierras un dia emergidas. Siguiendo la dirección del camino de Santiago y prolongándolo en línea recta, éste llega a un punto al norte de las Azores. Bien puede suceder que el camino de Santiago, hacia el Oeste, se vea impulsado también por un recuerdo inconsciente de las tierras regidas por quien tenía como símbolo el tridente. En el Océano, en Occidente, en el país de Oc, la realeza adopta el símbolo de la flor de lys. Como el “Algiz” cuyos tres brazos alzados representan al hombre exultante, a la victoria. La Trinidad. La Divinidad.

ACERCA DEL LOGO

LA ESTELA, LA OCA Y EL OCEANO

Que al oeste, a la izquierda se vea la estela de Barros y la oca vuele sobre un fondo azul y blanco, no es porque sí. La parte azul y blanca representa las brumas atlánticas sobre el Océano, el Atlántico, el Cantábrico. La oca vuela sobre las aguas. ¿De dónde viene? ¿Adónde va? Desde la estela se dirige al este, a la costa europea.

SIGNIFICADO DE LA ESTELA :

La estela tiene una parte central con unas hendiduras y un punto en medio, le rodean tres canales o círculos hendidos y finalmente una corona recuerda el sol, o la luz, o incluso podríamos imaginar el símbolo de una explosión o unas líneas de depresión o hundimiento. Platón es el único historiador (en este caso historiador, no filósofo) que nos explica la historia de la Atlántida. Describe una isla en cuyo centro había una colina a 50 estadios de distancia del mar: "Posidón... para defender bien la colina en la que habitaba, la aísla por medio de anillos alternos de tierra y mar de menor y mayor dimensión: dos de tierra y tres de mar en total, cavados a partir del centro de la isla, a la misma distancia por todas partes..." Una isla, una colina, un primer anillo de agua, un primer anillo de tierra, un segundo anillo de agua, un segundo anillo de tierra, un tercer anillo de agua y... luego sigue de forma indefinida hasta el mar. Platón especifica más adelante que Poseidón construye un templo en la montaña, en el centro. Fijémonos en la estela cántabra: en su centro tiene un punto (¿el templo?) con unas líneas curvas ( ¿la elevación vista desde arriba? ). Luego viene un anillo hendido o canal, luego un anillo sobrepujado o anillo de tierra, otro canal, otro anillo, otro canal y... una representación de "indefinido": el sol, el resplandor, el resto de la isla, la explosión, el hundimiento... La Atlántida. La estela de Barros – ya por casualidad, ya por intención - coincide de lleno con la representación de la Atlántida. Otra estela representa lo mismo: la de Lombera que presenta la diferencia del anillo exterior representado por dos serpientes. No podemos aseverar que estas estelas cántabras representen indefectiblemente la Atlántida pues desconocemos la intención última que guió a sus escultores, pero sí podemos decir que encaja a la perfección con el Critias, el relato de Platón.

En nuestro logo la oca vuela desde la Atlántida antes de que se produzca su desaparición, sobrevive sobre el Océano y se dirige al este, a las tierras del occidente europeo que, tras el Diluvio (o el brusco deshielo) serán su nuevo hogar. Lo que sucedió En tiempos de La Oca en el Océano, cuando un Arca sobrevivió a un Diluvio.

LA MITOLOGIA EN ESTADO PURO. ALGUNOS SERES MITOLOGICOS.

LA OCA .- Venerable, sagrada y luminosa ave de largo cuello, plumas blancas y patas palmeadas que tiene un pico de color vivo con el que lanza aire comprimido a quién pretenda acercarse. También es capaz de dar algún que otro picotazo si se le da motivos para ello. No está de ninguna manera en peligro de extinción, al contrario, se reproduce por huevos. Es inmejorable nadadora y no sólo eso sino que incluso puede volar. Sus antepasados fueron venerados como supervivientes del Diluvio; ya podían subir las aguas que, como el arca, la oca siempre estaría por encima.

LA ANJANA .- Hada buena que vive, en el caso de Ruente, en las profundidades de La Fuentona. Le da a veces por cortar el agua a su capricho. La Oca en el Océano está a la misma vera de las aguas que la gentil Anjana deja manar.

EL TRENTI .- Ser mitológico que se complace en jalar las sayas de las mozas, como explica Manuel Llano. Habita en el bosque, donde sabe camuflarse bien bajo la hojarasca, los tejos, los jelechos... A saber, mozas, dónde puede haber uno.

EL TENTIRUJO .- También a él le van las mozas a las cuales tienta. Tal vez sea difícil dar con un Tentirujo, tal vez sea fácil… Si quiere el viajero encontrar uno sin demasiada dificultad lo encontrará con toda comodidad apostado a un lado de los platos de un restaurante de Sopeña, en Cabuérniga, que precisamente (qué casualidad) lleva su nombre.

EL OJÁNCANO .- Monstruo terrible que tiene un sólo ojo en medio de la frente. En La Odisea es llamado “cíclope” por Homero. En La Odisea, Ulises precisamente viaja a tierra atlánticas (no se crean la explicación ortodoxa, y como de habitual equivocada, de que el periplo tuviese lugar en ámbito mediterraneo). Como hay Ojáncano, siguiendo la progre ley de paridad, hay Ojáncana. Dice la leyenda que es más terrible que el macho. Los sus pechos, los de la Ojáncana, son enormes y se los echan a la espalda. Devoran lo que encuentran aunque sus presas favoritas son los niños. Sin embargo se dice que temen a las monucas galanas - las comadrejas - rodeadas éstas de un halo de veneración en toda la cultura europea.

LAS SIRENAS .- En este caso tenemos que volver a citar a Homero: lo mismo en cuanto al encantamiento que ejercen pero, a diferencia del poeta griego, no son pájaros como en la Odisea sino las que la tradición popular nos ha legado, las de cola de pez. Se puede ver una en el escudo de Ruente que, vete a saber, igual es la Anjana. Abundemos en el caso de la Sirena en la misma consideración en cuanto al periplo atlántico de Ulises.

EL CULEBRE .- Terrible dragón del Cantábrico que puede lanzar llamaradas por su boca y también volar. Es una amenaza ya de antiguo: en un capitel de la colegiata de Santa Juliana en Santillana del Mar se puede ver un centauro disparándole una flecha a un culebre... con cabeza de grifo... ¿no será un grifo? El último culebre del que da cuenta la mitología es uno que se dice vieron hace no mucho más de cien años en los alrededores de San Vicente de la Barquera. Le persiguió al parecer la Guardia Civil hasta que lo perdió de vista en una zona de cuevas en la que no pudo darle caza.

EL CENTAURO .- Ser mitológico mitad hombre, mitad caballo. Destacado en la mitología griega que sitúa su origen en occidente, o sea: donde estamos, donde floreció el mundo antediluviano y donde se le representa en Santillana. Famoso fue el centauro Quirón (a destacar la similitud de un apellido común en España y lo muy común del sufijo “on” en la toponimia del norte hispánico).

EL GRIFO .- Ser mitológico preferido en representaciones medievales. Gusta de habitar capiteles románicos. En un capitel de la colegiata de Santa Juliana en Santillana del Mar se puede ver un centauro disparándole una flecha a un grifo con cuerpo de cúlebre. Si venís a nuestro establecimiento podréis ver grifos, tenemos una foto del citado capitel de Santillana y tenemos otros que incluso echan agua por la boca. Unos hechan agua fria, tan fria que puede llegar a helarte, y otros caliente, tan caliente que hasta pueden llegar a quemar. Una cosa seria. No obstante nadie tema: se les llega a domar y echan agua templada, al gusto. Los tenemos encerrados en unos cuartos especiales y amarrados en piedras blancas y relucientes.

LOS NUBEROS .- Seres que, como su nombre indica, vuelan con las nubes y provocan desde lluvias hasta granizadas. Algunos, por lo visto, caen a veces de las nubes por accidente y, si se está alerta y se busca con fe bajo la lluvia, se puede encontrar a nuberos caídos. Cuánto más fuerte llueva, más posibilidades hay de encontrar uno.

LOS BICHOS DE LUZ .- Conocidos también por el extraño y esdrújulo nombre de “Luciérnaga”, emiten luz sin necesidad de instalar baterías ni conectarse a la corriente, en realidad carecen de enchufe, no se conoce de ninguno que haya pagado nunca un recibo de la luz. Es como una especie de gusanuco, como un mengue, pero inofensivo. Ilumina al caminante para mostrarle el camino, aunque existe la versión que les cataloga como seres caprichosos, traviesos, simpáticos, que se complacen en ponerse al borde de zarzas o de un acantilado para gastar una broma al caminante guiado por tal luz. Señalar aquí lo exagerada y poco creíble que a veces puede llegar a ser la mitología: ¡ seres que emiten luz por sí solos !, la imaginación humana no tiene límites, aún se nos diga que haya mengues pase, pero animales luminosos eso es ya es demasiado. Y a todo eso…: ¿qué son los mengues?

LOS MENGUES .- Especie de gusanos, ya más creíbles estos, que habitan entre los helechos del bosque y que son malos de solemnidad. El que les vea queda inmediata e irremediablemente hipnotizado por ellos y se verá preso de su perversa voluntad. Sólo un amuleto consistente en una bolsuca que contenga un rézpede de coliebra protegerá al incauto de caer bajo su maléfico influjo.

EL PERRU DE AGUAS .- Extraño ser canino agazapado tras un voluminoso y espeso velo de pura lana virgen tras el que oculta sus fauces, sus ojos inquisitivos, sus grandes orejas, su cuerpo rosado, sus patas potentes o sus uñas puntiagudas y negras. Puede ser confundido con una oveja. Se dice que alguien ha llegado a confundirlo con un jersey. Como a la oca, le encanta el agua y tradicionalmente ha prestado sus desinteresados servicios a no pocos marineros.

LA GATUCA .- Se trata de una fiera felina dispuesta a saltar al cuello del primer incauto que tenga aspecto de ratón. Capaz de ver y moverse en la oscuridad, de carácter independiente e incluso descarado si cabe, tiene zarpas como cuchillos que presentan la increíble cualidad de retraerse o alargarse a voluntad, desde luego una fantasía de la mitología que evidentemente no debe ser tenida en cuenta por mentes serias y que quieran verse respetadas. A diferencia del ser anterior o de la oca, detesta el agua: impensable bañarse salvo por accidente.

LA TRUCHA .- Pez que no detesta el agua (ya sólo faltaría) y que es famoso por su mágica capacidad de convertirse en delicioso plato servido en restaurante del valle. Entre otras aguas, habita las de la Fuentona. Es capaz de pasearse al lado de una posada como si tal cosa y las más de las veces no ser advertida su presencia por los huéspedes. En caso de ser avistado por alguien con intenciones aviesas, tiene poderes para escabullirse. Aun así, la mitología cita la existencia de héroes famosos ya de antiguo que han conseguido por medio de cañas mágicas y considerables dosis de paciencia darle captura. Un apunte curioso del acervo mitológico es el que nos dice que no lejos de La Oca en el Océano, por lo visto en el mismísimo Ruente, existe como una suerte de paraíso, de cielo de la trucha en el que las hay por miles, tal vez por millones. El mito asegura que el agua parece hervir de tantas como hay. Cosas de fantasía en un lugar de fantasía.

Todos esos seres mitológicos son en realidad de difícil ver. No conocemos a nadie que se haya encontrado cara a cara con la Anjana aunque no por eso tenemos porque dudar de las palabras de Manuel Llano. Tampoco hemos visto mengues... Aunque podría darse el caso de que les hayamos visto, estemos hipnotizados y nos ordenen decir que no les hemos visto... No deberíamos andar nunca sin una bolsuca con rézpede de coliebra.

UN POCO DE MITO. UN POCO DE HISTORIA.

En 1517 el emperador Carlos I se alojó en Los Tojos siguiendo la ruta de Los Foramontanos, ruta símbolo de entrada a España. El Valle de Cabuérniga recibe el sobrenombre de “Ruta de los Foramontanos” por iniciarse ahí, a toque de bígaro, el inicio de la Reconquista y la repoblación de Castilla por parte de los que salían “afuera de la Montaña”. Antes de cruzar el umbral de entrada al valle, en Mazcuerras, junto al río Saja, se alza una piedra lisa, rosada, en la que reza una inscripción: “Aquí empieza esa cosa inmensa e indestructible que llamamos España”. Cobra realidad así el deseo expresado en su día por Victor de la Serna: “ Si los españoles fuéramos aficionados a contarle a la gente propia y a la extraña algo de lo que somos, aquí pondríamos una piedra lisa, rosada, de las canteras de la Hoz de Santa Lucía, hermana en dignidad y nobleza de la arenisca dorada de Salamanca, del Travertíno romano y de la piedra de Colmenar con este letrero: Aquí empieza esa cosa inmensa e indestructible que llamamos España”.

Desde Laredo a Cabuérniga recorrió Carlos I una de las cunas de la humanidad: Cantabria, el antiguo hogar del hombre que dejó su impronta en las cuevas cuyos dibujos hoy admiramos: una cultura detenida por el hundimiento del Océano. Como creían los celtas, el cielo, un Océano de nubes, cayó sobre las cabezas de los hombres. La Oca sobrevivió. El Sol se abrió paso. En Mas d'Azil, en la vertiente norte del Pirineo, descubriría Edouard Piette la primera cruz en el círculo, lo que hoy conocemos como “cruz celta”. Salía el Sol para la nueva humanidad del nueve mil antes de Cristo, de los descendientes de Noé, de Noia, Noega o Noja, de los nahuas o de los inuits (pueblos que como otros cientos en el mundo narran también el mismo Diluvio), de la diosa de las aguas Ana, tras un mundo que fue anegado. Un pueblo nuevo que al andar los tiempos conoceríamos como cántabros plantó piedras enhiestas en los lugares elevados de Campoo. Un pueblo de raíz celta que plantaría cara a un insolente imperio venido del este de forma heroica aunque infructuosa. Pasado el tiempo, la Montaña plantó cara a otro insolente imperio que venía del sur. En esta ocasión se alzó con la victoria. Se iniciaba la gran epopeya de la Reconquista. De Cantabria, de las Asturias y de Vizcaya nacía Castilla. Con el resto de reyes peninsulares Hispania se pronunciaría ya en adelante como “España”. El gran mar que con Estrabón había adoptado el nombre de Cantábrico por el honor que sus gentes se ganaron, condujo a muchos cántabros (el incorregible espíritu celta) a cruzar el gran río Océano hasta las otras orillas ya cantadas por Séneca y San Isidoro. Cristobal Colón, con el cartógrafo cántabro Juan de la Cosa, alzaron el velo y ya no hubo secreto que ocultar. América fue no pocas veces prolongación de Cantabria y Cantabria de América. Muchas casonas que hoy admiramos se debe a la fortuna traída por indianos. Hoy, sin renegar de su tradicional amplitud de miras, la Montaña descubre al mundo su propia realidad. Cantabria es un verdadero paraíso de arte, mitología e historia, es cuna de la humanidad en cuanto que fue en la provincia de Santander - en Altamira - donde el hombre moderno supo de la humanidad que nos precedió. ¡Hay tantas cosas que ver en Cantabria! : desde el Paleolítico a los menhires de Campoo, desde el románico medieval al modernismo de Comillas, desde calzadas romanas a réplicas de poblados cántabros, desde la toponimia que nos habla de un pasado remoto hasta la realidad de nuestros días.

Mitología e historia: os remitimos a nuestro blog para conocer más del tema.